viernes, 24 de junio de 2011

5/5/2011: Dubái, a todo lujo

Dubái es la ciudad de los excesos y del lujo. Es el claro ejemplo de lo que es capaz de hacer el ser humano si le das los medios para ello. Estoy seguro de que si llegaran aquí unos alienígenas lo primero que dirían es: "¿pero esto qué es lo que es?". Una cosa es cierta: el ser humano y la naturaleza son las dos caras de una misma moneda. El edificio más alto del mundo, tierra ganada al mar en forma de palmera... ¿estamos locos o qué? De todos modos, por muy antinatural que sea todo esto, a uno se le queda la boca abierta con las maravillas que se te presentan ante los ojos y no puede uno menos que admirar estas joyas, que no por ser artificiales dejan de ser increíbles de lo bonitas que son. Hoy vamos a dar un paseo por los lujos de Dubái, una visita fugaz a las Mil y Una Noches de Oriente.



Nuestro paseo de hoy incluye Souk Madinat, desde donde podremos observar el hotel más lujoso del mundo, el Burj Al Arab y el increíble hotel Atlantis en la punta de "The Palm Jumeirah", una extensión de terreno ganada al mar en forma de palmera.

La primera parada es Souk Madinat (o Madinat Jumeirah, según a quién preguntes). Se trata de un complejo turístico de cinco estrellas que se extiende a lo largo de unas 40 hectáreas y que está construido como si fuera un antiguo pueblo árabe (de los ricos, me imagino). Dentro del recinto puedes encontrar varios hoteles, casas de verano de lujo, un zoco con multitud de tiendas y hasta cuarenta restaurantes de todo tipo, a cada cual más caro. Además tiene un río artificial desde el que se pueden hacer excursiones en barco.

Para llegar aquí lo mejor es cogerse directamente un taxi o si no, el metro y un taxi, que no sale demasiado caro. Nada más llegar a la puerta empieza el espectáculo: coches de lujo aparcados y suecas con unos vestidos impresionantes (y cortitos) saliendo de ellos. Se transforma uno en Paco Martínez Soria en menos que canta un gallo. Es curioso que, aunque las mujeres de Dubái visten a la manera árabe, es decir de negro y bien tapaditas, hay mucha tolerancia hacia los extranjeros y las mujeres pueden vestir más o menos como les dé la gana. Imagino que, en el fondo, el turismo y los negocios que aquí se hacen vienen nutridos, sobretodo, de clientes occidentales así que hay que tenerlos contentos (y yo, encantado, oiga).

Al traspasar las puertas del recinto te invade una sensación un tanto mágica. El sitio es precioso y tiene un encanto muy especial. La música de fondo, las luces, las maderas, el río... todo fomenta la idea de estar en un romántico cuento. Lo que está claro, y esto ya en un plano mas práctico, es que si vienes con una sueca a Dubái (o eres una chica y vienes con un sueco), traétela aquí y te aseguro que triunfas (y si no, le devolvemos el dinero).



Tras las puertas de entrada, apareces como por arte de magia en un encantador zoco árabe.



Tras el zoco, los edificios del complejo recuerdan a las ciudades árabes de las pelis. Los puntos de luz por todas partes le dan un toque especial.



Uno de los muchos restaurantes del recinto. Al fondo el lujoso hotel Al Qasr, que significa "el palacio". Imagináos cómo será.



Una de las barquitas que te llevan por el río que conecta con el mar.



Al fondo se podía ver el Burj Al Arab, el hotel de mas estrellas del mundo, siete ni mas ni menos, que yo creo que se lo inventan un poco pero bueno. Tiene 320 metros de altura y es el segundo más alto del mundo, solo superado por otro hotel que, cómo no, también está en Dubái. Desafortunadamente, no es posible acercarse más a no ser que seas cliente.



A medida que cae la noche, las luces se iluminan y el lugar adquiere un tono mágico.



Uno de los lujosos restaurantes de Madinat Jumeirah, el Times of Arabia, libanés. Aquí lo que no encuentras es un McDonalds.



Algunas de las salas interiores recuerda a pálacios árabes como el de la Alhambra.



De noche el Burj Al Arab es impresionante. Como dato interesante, las habitaciones tienen un precio de entre $1000 a $27000... ¡por noche! Y la suite mas grande tiene 780 metros cuadrados. Aquí es lo que los ingleses suelen decir "shit, little parrot" (cágate, lorito).

A no mucha distancia de Madinat Jumeirah encontramos The Palm Jumeirah (la palmera), una franja de terreno ganada al mar en forma de palmera, repleta de casas lujosas. Es uno de los símbolos de la ciudad. Y en la punta de la palmera se sitúa el hotel Atlantis, uno de los más bonitos que he visto en mi vida y que merece la pena visitar aunque no te alojes aquí. El hotel está ambientado en las Mil y Una Noches: pasillos escoltados por elefantes de piedra, conchas con perlas gigantes, cascadas de agua, colores por todas partes... No hace falta alojarse en el hotel para pasar adentro y hacer algunas fotos a pesar de que muchas de las zonas están restringidas sólo para clientes, aunque en un par de ocasiones me colé más allá de donde debía. El truco es poner cara de chino que no se entera y tirar palante. Para cuando te echan ya has hecho las fotos que necesitabas.

Aquí me paso una curiosa, al salir del hotel. Salía yo ya todo satisfecho de haber realizado mi labor documental cuando un botones vestido con un traje blanco superchulo (curiosamente era occidental) me dice "buenas noches, señor". "Buenas noches, joven", respondo yo. "¿Quiere que le llame un taxi?", me pregunta. "Ah, pues sí, gracias". "¿Desea usted una limusina como ésta (y me señala un coche blanco de 11 metros de longitud, alucinante) o un taxi normal?". Tras meditar las dos opciones durante unos segundos (con la limusina me llevo a todas las suecas de cabeza, seguro) respondo "pues mire, esta vez voy a coger el taxi normal, un poco por probarlo". Así que me acompaña al taxi, me abre la puerta y yo, sin dar propina, que seguro me dejo el presupuesto del viaje, me meto y le digo al taxista "sáqueme de aquí". Se siente uno a veces un poco pequeño en estos sitios.



Vista aérea the The Palm Jumeirah. En la punta se encuentra el hotel Atlantis. La foto, obviamente, no es mía, más que nada porque me dejé el helicóptero en casa.



El hotel Atlantis, lujo oriental.



La entrada del hotel con dos puertas macizas enormes, decoradas con motivos marinos. Aquí es donde me encontré al botones de la historia.



En recepción había una especie de escultura de colores que parecía una fuente petrificada. Preciosa.



No hay mas que echar un vistazo al detalle con el que las columnas de la recepción están labradas para darse cuenta de que aquí hay pasta.



Cada columna de esta parte del edificio tiene una fuente en su base con una perla, haciendo honor al nombre del lugar y a la forma de ganarse la vida por estas latitudes hace no tanto tiempo.



Elefantes de piedra protegiendo los pasillos del palacio, digo... del hotel.



Unas enormes cortinas rojas en uno de los lujosos restaurantes del hotel.



Y ya para quedarse alucinado, un acuario bestial de grande en medio del hotel. Los clientes del hotel pueden zambullirse, si lo desean, en medio de los tiburones.



Voy a poner este vídeo, que es bastante apropiado para esta parte de la visita.



Algunas de las vistas acuáticas del hotel. El capitán Cousteau sería feliz aquí (pincha para ampliar).



Otro de los pasillos, con un estilo diferente de decoración. Aparte de restaurantes hay también tiendas (de lujo, claro).



Uno de los lujosísimos restaurantes del hotel, sólo para clientes, aunque yo, en la fiesta me colé. Yo creo que al menos una vez en la vida hay que ir a un sitio de estos.



Esta foto no la he sacado yo, claro. Es la suite mas lujosa del hotel, que da al acuario que hemos visto antes. Cuesta la friolera de unos 15000 € por noche. Yo sé que hay gente que le da morbillo que les miren cuando se ponen retozones, pero aquí, que te este mirando un tiburon mientras te pones tierno con la moza... no sé, no sé, yo creo que te quita las ganas.

Y esto es todo por hoy, hoy creo que soñaré con Aladdin y su lámpara, alimentada, cómo no, con petróleo.

sábado, 11 de junio de 2011

4/5/2011: Dubái, a lo grande

Por fin, la esperada visita a Dubái. Llegar a Dubái desde Qatar es bastante sencillo: con un billete de avión que vale unos 150 € (ida y vuelta) te plantas en la capital del lujo en una hora escasa. Dubái es uno de los siete emiratos que forman parte de los Emiratos Árabes Unidos (UAE) y uno de los más ricos aunque, paradójicamente, sus ingresos no proceden del petróleo, que representa una pequeña parte de ellos, sino del turismo, la construcción y los negocios. El que el turismo sea importante se nota nada más llegar: el visado de entrada en el país es gratis, no como en Qatar, que te cobran 20 €, cada vez que entras. De hecho al volver a Qatar, me cobraron otra vez, los muy... yo diciéndoles "oiga, que ya pagué la otra vez" y ellos "nada, nada, tu paga". Igual también por eso están forrados los tíos. Me alojé en el hotel Holiday Inn por 50 € la noche, que para ser Dubái no está nada mal.



De Qatar a Dubái. En los mapas de abajo, sobre todo el físico, se puede ver algunas de las ostentaciones de esta gente: The Palm es una zona de terreno ganado al mar repleto de hoteles de lujos y restaurantes exóticos. No muy lejos está "The world" (el mundo), un conjunto de islas artificiales. Si pincháis en la foto para ampliarla, veréis porqué las llaman así.

Hoy vamos a ver Dubái "a lo grande", porque si una cosa tiene esta gente es que les gusta hacerlo todo grande, y luego más grande todavía. Yo sigo pensando que aquí deben tener algún complejo con eso del tamaño, si no no se explica. Por ejemplo, tienen el edificio más alto del mundo (el Burj Khalifa, que veremos hoy), el hotel con más estrellas del mundo, 7 nada menos (¿eso existe?), el centro comercial más grande del mundo (Dubai Mall, que también cae hoy), la fuente más grande del mundo (junto al centro comercial), el puerto más grande del mundo... ¿a que mosquea?

Comenzamos la visita por lo más obvio: el Dubai Mall y el Burj Khalifa, respectivamente el centro comercial y el edificio más grandes del mundo. Y digo obvio porque el Burj Khalifa se puede ver prácticamente desde cualquier punto de la ciudad. Desde el aeropuerto tomé un taxi (junto con el futurístico metro que recorre la ciudad de norte a sur, es el mejor medio de transporte) que me dejó en la entrada del centro comercial. Es quizá el destino más fácil de pedir porque sólo hay que decirle al taxista "siga a ese edificio" y llegas enseguida. Antes de llegar, hice una parada en un parque que se llama Dubai Creek, pero no me entusiasmó demasiado. Es bonito, pero es un parque, de esos ya he visto muchos.

Una vez en el Dubai Mall, lo primero que hice fue obtener mi billete de entrada al Burj Khalifa, que había reservado días antes por internet (http://www.burjkhalifa.ae/observation-deck/ticket-information.aspx). Es muy recomendable hacer esto así porque te puedes encontrar que llegas al edificio y no puedes entrar porque las entradas están todas vendidas. La entrada cuesta unos 20 €. Una vez con la entradita en mi poder, ¡a ver el centro comercial! Es curioso visitar un centro comercial pero en este caso sí merece la pena, es espectacular. ¡El paraíso de las chicas!



Llegada al aeropuerto de Dubái. A lo lejos, a través de la neblina ya se distingue la espigada figura del Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo.



El Burj Khalifa, pedazo de bicho.



Para que os hagáis una idea de lo grande que es, atención al vídeo. La escultura del caballo gordo es de Botero, toma ya.



Una parejita en el centro comercial. Van de blanco así que son tíos, cuidadín. Quizá sea una especie de pareja de la benemérita



Una de las cosas curiosas que se pueden ver dentro del centro comercial son estos saltadores cayendo al vacío (bueno, en realidad están quietos, pero el agua sí que cae). Es muy chulo.



"Milana bonita".



Como no, una pista de hielo enorme (¿"la más grande del mundo"? no me extrañaría) en medio del centro comercial.



Algunas tenían estilillo.



Algunas vistas del Dubai Mall, puedes pasarte dos días visitándolo y descubrir cosas nuevas. Por supuesto, las tiendas más lujosas están por aquí.



Por ejemplo, en medio del centro comercial hay un aquarium y, cómo no, ¡tiene el cristal acrílico más grande el mundo! Tiene 32,88 x 8,3 metros.



El aquarium tiene varios precios, el básico es por pasar a través del túnel de cristal. Pero puedes incluso bucear entre los tiburones, darles de comer (no se permite echarles niños a los tiburones)...



Manual del inútil para ligar. Se me presenta esta chica, Agneska, de Polonia, una belleza, y me dice si le puedo hacer una foto. Yo, claro, por supuesto. Luego que si le puedo hacer más, posé aquí, pose allá, chas, chas. Y yo, que tenía una hora libre hasta subir al edificio no se me ocurre otra cosa que pedirle hacernos una foto juntos y decirle "bueno, hasta luego". Ay, madre, qué desentrenado estoy.



A ver, ¿quién es el hombre y la mujer aquí? Premio para el que lo adivine.

Bueno, y por fin llegó la hora de subir a ese pedazo de rascacielos, que casi deberían llamarlo rascaestrellas, que es el Burj Khalifa. Todo está muy bien montado, con tu entradita, tu guía... es como un parque de atracciones. Te explican un poco el proceso de construcción, la inspiración del proyecto (por lo visto, la planta del edificio está basada en una flor del desierto llamada Hymenocallis). El ascensor, cómo no, es el más rápido del mundo (empiezan a ser cansinos con esto, ¿verdad?) y al llegar arriba todo lo que ves hacia abajo queda tan pequeño que parece que estás viendo una maqueta, en vez de la realidad. Desde luego, es una visita que merece la pena.



Algunos datos sobre el edificio: más de 200 plantas, el edificio se puede ver a una distancia de 95 Km, 12000 trabajadores colaboraron en su construcción, 57 ascensores, 500000 toneladas de material, soporta vientos de 198 Km/h en la punta, tiene 28601 paneles de cristal. Y por supuesto, la altura: 828 metros, casi un kilómetro ahí to parriba.



Como cosa curiosa, aquí se ha rodado la última peli de "Misión Imposible".



En este vídeo se ve la velocidad a la que viajaba el ascensor. Es todo en tiempo real, ni trampa ni cartón. Se te taponaban los oídos y todo por la diferencia de presión.



Por fin llegamos arriba.



Y eso que si miras hacia arriba, todavía quedan setenta y pico plantas por subir. Te dejan subir "sólo" hasta este piso.



Esta chica me recordó al cuadro de Dalí de la Chica en la ventana.



Para que nadie piense que truco las fotos, la prueba de que yo SÍ estuve en Dubái.



"¿Estarán mis petrodólares a salvo allá abajo?"



No me digas que esto no parece una maqueta. Pues es la vista desde el edificio. La zona azul de la parte de abajo son las Dubai Fountains, que tienen un espectáculo de luz y agua precioso.



¡Los coches parecen de juguete!



Una ciudad en miniatura. Lo gracioso es que cualquiera de esos edificios ya es de por sí increíblemente alto. Y desde aquí parecen una mierdecilla.



Aquí apenas se ve pero allí al fondo se intuyen las islas artificiales que llaman "The World" (el mundo), con la forma de los continentes. Claro sólo se ve desde satélite. Qué estravagantes que son estos tíos.



Estos son telescopios digitales, que te daban información sobre los sitios que mirabas.



Otra vista del edificio, después de bajar, ya atardeciendo, siempre impresionante.



Como cosa curiosa, me pedí una pizza y me dieron este cacharro que te avisaba con una vibración de cuando tu pizza estaba lista. Así te podías dar una vuelta por allí. De verdad que comía también otras cosas, lo prometo.

Como última atracción del día merece la pena ver el espectáculo de luz y fuentes que hacen en las Dubai Fountains (fuentes de Dubái). Dura unos cinco minutos y lo hacen cada día a partir de las 18.00 y cada media hora. El momento más chulo de verlo es de noche o cuando está atardeciendo, porque ponen las luces y es muy bonito. Es un espectáculo en el que el agua de la fuente parece bailar al son de la música, que en este caso era la de "Con ti, partiré", de Andrea Bocelli. Es una experiencia muy bonita y romántica (sobre todo si vas con alguien) y además, ¡gratis!



Esperando a que empiece el espectáculo.



Varios momentos del show.



Este vídeo de las fuentes no es mío, pero lo pongo porque merece la pena ver las fuentes bailando en movimiento.



Estas puertas parecen de película, perteneces a uno de los complejos alrededor del centro comercial.



Todo es lujo, hasta cuando coges el taxi para volver al hotel.

Y eso todo por ahí. Si hoy hemos visto "Dubái a lo grande", lo siguiente es "Dubái a todo lujo".