Nuestro paseo de hoy incluye Souk Madinat, desde donde podremos observar el hotel más lujoso del mundo, el Burj Al Arab y el increíble hotel Atlantis en la punta de "The Palm Jumeirah", una extensión de terreno ganada al mar en forma de palmera.
La primera parada es Souk Madinat (o Madinat Jumeirah, según a quién preguntes). Se trata de un complejo turístico de cinco estrellas que se extiende a lo largo de unas 40 hectáreas y que está construido como si fuera un antiguo pueblo árabe (de los ricos, me imagino). Dentro del recinto puedes encontrar varios hoteles, casas de verano de lujo, un zoco con multitud de tiendas y hasta cuarenta restaurantes de todo tipo, a cada cual más caro. Además tiene un río artificial desde el que se pueden hacer excursiones en barco.
Para llegar aquí lo mejor es cogerse directamente un taxi o si no, el metro y un taxi, que no sale demasiado caro. Nada más llegar a la puerta empieza el espectáculo: coches de lujo aparcados y suecas con unos vestidos impresionantes (y cortitos) saliendo de ellos. Se transforma uno en Paco Martínez Soria en menos que canta un gallo. Es curioso que, aunque las mujeres de Dubái visten a la manera árabe, es decir de negro y bien tapaditas, hay mucha tolerancia hacia los extranjeros y las mujeres pueden vestir más o menos como les dé la gana. Imagino que, en el fondo, el turismo y los negocios que aquí se hacen vienen nutridos, sobretodo, de clientes occidentales así que hay que tenerlos contentos (y yo, encantado, oiga).
Al traspasar las puertas del recinto te invade una sensación un tanto mágica. El sitio es precioso y tiene un encanto muy especial. La música de fondo, las luces, las maderas, el río... todo fomenta la idea de estar en un romántico cuento. Lo que está claro, y esto ya en un plano mas práctico, es que si vienes con una sueca a Dubái (o eres una chica y vienes con un sueco), traétela aquí y te aseguro que triunfas (y si no, le devolvemos el dinero).
Tras las puertas de entrada, apareces como por arte de magia en un encantador zoco árabe.
Tras el zoco, los edificios del complejo recuerdan a las ciudades árabes de las pelis. Los puntos de luz por todas partes le dan un toque especial.
Uno de los muchos restaurantes del recinto. Al fondo el lujoso hotel Al Qasr, que significa "el palacio". Imagináos cómo será.
Una de las barquitas que te llevan por el río que conecta con el mar.
Al fondo se podía ver el Burj Al Arab, el hotel de mas estrellas del mundo, siete ni mas ni menos, que yo creo que se lo inventan un poco pero bueno. Tiene 320 metros de altura y es el segundo más alto del mundo, solo superado por otro hotel que, cómo no, también está en Dubái. Desafortunadamente, no es posible acercarse más a no ser que seas cliente.
A medida que cae la noche, las luces se iluminan y el lugar adquiere un tono mágico.
Uno de los lujosos restaurantes de Madinat Jumeirah, el Times of Arabia, libanés. Aquí lo que no encuentras es un McDonalds.
Algunas de las salas interiores recuerda a pálacios árabes como el de la Alhambra.
De noche el Burj Al Arab es impresionante. Como dato interesante, las habitaciones tienen un precio de entre $1000 a $27000... ¡por noche! Y la suite mas grande tiene 780 metros cuadrados. Aquí es lo que los ingleses suelen decir "shit, little parrot" (cágate, lorito).
A no mucha distancia de Madinat Jumeirah encontramos The Palm Jumeirah (la palmera), una franja de terreno ganada al mar en forma de palmera, repleta de casas lujosas. Es uno de los símbolos de la ciudad. Y en la punta de la palmera se sitúa el hotel Atlantis, uno de los más bonitos que he visto en mi vida y que merece la pena visitar aunque no te alojes aquí. El hotel está ambientado en las Mil y Una Noches: pasillos escoltados por elefantes de piedra, conchas con perlas gigantes, cascadas de agua, colores por todas partes... No hace falta alojarse en el hotel para pasar adentro y hacer algunas fotos a pesar de que muchas de las zonas están restringidas sólo para clientes, aunque en un par de ocasiones me colé más allá de donde debía. El truco es poner cara de chino que no se entera y tirar palante. Para cuando te echan ya has hecho las fotos que necesitabas.
Aquí me paso una curiosa, al salir del hotel. Salía yo ya todo satisfecho de haber realizado mi labor documental cuando un botones vestido con un traje blanco superchulo (curiosamente era occidental) me dice "buenas noches, señor". "Buenas noches, joven", respondo yo. "¿Quiere que le llame un taxi?", me pregunta. "Ah, pues sí, gracias". "¿Desea usted una limusina como ésta (y me señala un coche blanco de 11 metros de longitud, alucinante) o un taxi normal?". Tras meditar las dos opciones durante unos segundos (con la limusina me llevo a todas las suecas de cabeza, seguro) respondo "pues mire, esta vez voy a coger el taxi normal, un poco por probarlo". Así que me acompaña al taxi, me abre la puerta y yo, sin dar propina, que seguro me dejo el presupuesto del viaje, me meto y le digo al taxista "sáqueme de aquí". Se siente uno a veces un poco pequeño en estos sitios.
Vista aérea the The Palm Jumeirah. En la punta se encuentra el hotel Atlantis. La foto, obviamente, no es mía, más que nada porque me dejé el helicóptero en casa.
El hotel Atlantis, lujo oriental.
La entrada del hotel con dos puertas macizas enormes, decoradas con motivos marinos. Aquí es donde me encontré al botones de la historia.
En recepción había una especie de escultura de colores que parecía una fuente petrificada. Preciosa.
No hay mas que echar un vistazo al detalle con el que las columnas de la recepción están labradas para darse cuenta de que aquí hay pasta.
Cada columna de esta parte del edificio tiene una fuente en su base con una perla, haciendo honor al nombre del lugar y a la forma de ganarse la vida por estas latitudes hace no tanto tiempo.
Elefantes de piedra protegiendo los pasillos del palacio, digo... del hotel.
Unas enormes cortinas rojas en uno de los lujosos restaurantes del hotel.
Y ya para quedarse alucinado, un acuario bestial de grande en medio del hotel. Los clientes del hotel pueden zambullirse, si lo desean, en medio de los tiburones.
Voy a poner este vídeo, que es bastante apropiado para esta parte de la visita.
Algunas de las vistas acuáticas del hotel. El capitán Cousteau sería feliz aquí (pincha para ampliar).
Otro de los pasillos, con un estilo diferente de decoración. Aparte de restaurantes hay también tiendas (de lujo, claro).
Uno de los lujosísimos restaurantes del hotel, sólo para clientes, aunque yo, en la fiesta me colé. Yo creo que al menos una vez en la vida hay que ir a un sitio de estos.
Esta foto no la he sacado yo, claro. Es la suite mas lujosa del hotel, que da al acuario que hemos visto antes. Cuesta la friolera de unos 15000 € por noche. Yo sé que hay gente que le da morbillo que les miren cuando se ponen retozones, pero aquí, que te este mirando un tiburon mientras te pones tierno con la moza... no sé, no sé, yo creo que te quita las ganas.
Y esto es todo por hoy, hoy creo que soñaré con Aladdin y su lámpara, alimentada, cómo no, con petróleo.