domingo, 7 de agosto de 2011

7/8/2011: El otro Berlín, parques, mercados y karaoke

Berlín es la ciudad de los museos pero no sólo eso. Aunque en invierno puede ser complicado vivir allí por el fresquito siberiano que azota de vez en cuando, según me comentan mis fuentes, en verano es una ciudad encantadora, con mucha luz, llena de parques, bicicletas y gente por las calles. Al contrario que otras ciudades del norte de Europa, aquí la vida se hace en la calle, un poco al estilo español: terracitas, bares, parques... la gente no se queda en casa y eso es algo muy chulo. Hoy vamos a dar una vuelta por el otro Berlín: el Berlín de a pie.



Maravilloso día soleado en Berlín.

Y un buen punto de partida es el mercado de Tiergarten, en pleno centro de Berlín. Este mercado abre los fines de semana y está situado en un lugar excepcional: una de las más largas avenidas de Berlín, rodeado de un parque enorme lleno de ardillas (dicen que a veces se ven ciervos pero yo no me lo creo mucho) y presidido por la majestuosa Torre de la Victoria, en homenaje a la victoria prusiana sobre los daneses en el siglo XIX (de las tortas que se llevaron en la guerra mundial también hay homenajes pero no en forma de monumentos, ya os contaré). En este mercado se vende de todo: ropa, libros, antigüedades, niños (no, eso no). Incluso puedes alquilar un puestecito y vender tus propias cosas, que así es como mi hermano se deshizo, muy a su pesar, de su famoso disfraz de rana.



La Torre de la Victoria, en el Tiergarten. ¿Sabéis qué se ve desde lo alto de la torre? Efectivamente, "Berlintontero".



Esto me vendría de perlas para mi disfraz de Inspector Clouseau... mon dieu!



Esta señora no estaba en venta (pregunté), de hecho es la dueña de la tienda.



"¿Entonces cuál quiere?"
"¡Eeeeeese!" (en alemán "Dieeeeeesen!")



¡Aquí se pueden comprar las más increíbles joyas de la antigüedad!

Para descansar de la caminata por el mercado nada mejor que volver a uno de los parques entrecruzados de canales de la Isla de los Museos. Aquí es pecado no pedir una cerveza así como decía el sabio aquel: "allá donde fueres haz lo que vieres" (que supongo que en español correcto sería "allá donde vayas haz lo que veas", pero entonces no rima, claro).



Uno de los muchos canales que salen del río principal. La mayoría navegables y visitables en barquito. Como el terreno no es llano, los canales tienen compuertas que llenan o vacían de agua para pasar un barco de un lado a otro. Los puentes son un buen sitio para ver a las suecas en el barco desde arriba.



Este parque tiene un montón de farolas, cada una distinta a la anterior, cosa curiosa.



Prost!!



"Dime algo bonito".
"Con los dedos de las manos, con los dedos de los pies...".

Y a continuación, otro mercado, en esta ocasión el de Flohmarkt am Mauerpark. Es un mercado larguísimo al lado de un parque en el que hacen karaoke al aire libre en una especie de anfiteatro. Es divertido ver a la gente imitando a sus héroes musicales ante una abundante audiencia, unos con más éxito que otros. El mercado tiene muchas cosas pero casi lo más interesante es ver a la gente, lo distintos que son y lo poco que les importa las pintas... muy recomendable, la verdad.



Un enorme grafitti adorna las paredes de un edificio en la entrada del mercado.



Y a la entrada del mercado... ¡ole! un bailaor flamenco... seguimos en Berlín, lo prometo.



"¡Se me los llevan de las manos, señora!"



Gentes de Berlín.



Al lado del mercado había un parque donde los berlineses pasan sus fines de semana tan ricamente.



Y en el centro del parque, el anfiteatro del karaoke. Yo no participé porque no tenían la de "Amante Bandido", si no sí que salgo.

Para comer decidimos coger la barbacoa e irnos al aeropuerto. ¿Cómo dice, joven? Pues sí, el antiguo aeropuerto de Tempelhof fue reconvertido en un enorme parque público para disfrute de los berlineses. Aún se ven las pistas de despegue y todo. Este aeropuerto se utilizó durante la época del muro de Berlín ya que era la única vía de entrada de suministros del Berlín occidental, todo lo demás estaba bloqueado. Qué absurdas las guerras.



El antiguo aeropuerto de Tempelhof, al final se ve la torre de control.



Bicicleta en posición de despegue.



Como no, salchichas por doquier. Una estupenda barbacoa en el aeropuerto.



Y aquí la nota rara de la semana. Al lado nuestro había un grupo de gentes (¿hippies?) que, dirigidos por una especie de líder bajita que pegaba muchas voces, les hacía mover el cuerpo de diferentes formas al ritmo de la música. No llegaba a ser danza porque todo eran saltos y movimientos raros... expresión corporal sería más adecuado. Raro, raro.

Y esto es todo por hoy, el próximo día veremos más curiosidades de Berlín, incluyendo el famoso muro, y una visita al museo del automóvil de Wolfsburg.

viernes, 5 de agosto de 2011

6/8/2011: Berlín, ciudad de museos

Berlín es la ciudad de los museos, y además de los buenos. Con todas las cosas que han pasado en esta ciudad es curioso como se ha convertido en uno de los principales centros culturales de Europa. Y además lo tienen bien organizado porque, con la excepción de un par de ellos, todos los museos se encuentran en la conocida como "Isla de los Museos", famosa, como es obvio, por la cantidad de zapaterías que tiene... a ver quién levanta la mano. El señor del bigote se ha dado cuenta, enhorabuena. Sigamos, pues. En esta isla, situada en una bifurcación del río Spree podemos encontrar el Museo Antiguo, el Museo Nuevo, la Galería Nacional Antigua, el Museo Bode, el Museo de Pérgamo y la Galería James Simon. Puedes comprar un bono que te vale para ver todos los museos de la ciudad. Si te gustan los museos, cómpralo y sigue leyendo. Si no, pasa directamente a la sección de cervezas, más abajo.



No, no es el Museo del Perrito Caliente (Heißhund Museum) ni el del Violín, esto son curiosos personajes que hacían su agosto a las puertas de la Isla de los Museos. Curiosa la cocina portátil del de los perritos, ¿verdad?

La primera parada es el Museo Nuevo (Neues Museum) que, curiosamente, alberga cosas bien viejunas, como la colección egipcia. Imagino que los alemanes no son muy buenos poniendo nombres a las cosas. Este museo cuenta con la presencia de una de las obras antiguas más famosas de la Historia: el busto de Nefertiti (alguien que yo me sé no paraba de decir: "¿a que es guapa?", son amores intemporales). El busto de Nefertiti no sólo es famoso por su belleza artística sino también porque es una obra muy realista, rompiendo con los cánones de la perfección de la época. El busto de Nefertiti tiene arrugas en los labios, los ojos, una nariz imperfecta, una hipoteca... lo cual le da una belleza mucho más natural. Es como las modelos de ahora que las retocan con Photoshop... yo sigo prefiriendo lo natural, lo otro es como de bote



El Bode Museum, a la entrada de la Isla de los Museos. Tan impresionante por fuera que al final no lo vimos por dentro, una pena.



Venus a la entrada del Neues Museum.



El propio museo en sí está repleto de monumentos.



Repleto de monumentos, sí, sí...



Momia aquí, momia allá, maquillate, maquillate...



Uno de los muchos sarcófagos de la sala, repleto de jeroglíficos. Quién sabe, quizá ponían anuncios y todo: "se vende pirámide con vistas al Nilo, facilidades".



Los techos también son parte de la exposición, obras de arte.



Los grandes ventanales dejan pasar la luz a miles de años de historia (ole).



El pirulí berlinés, desde una de las ventanas del museo.



Cabeza de una princesa egipcia. Llama la atención lo abultada que la tenía (la cabeza).



"La cabeza verde", que así se llama, nos dejó sorprendidos por su realismo. De hecho es otra de las obras importantes del museo. Se supone que es la cabeza de un sacerdote, está hecha de pizarra y es del 350 a. de C.



Y como no, Nefertiti, que tuvo que ser una Reina esbelta y elegante. ¿A que me ha salido bien la foto? Pues no la he hecho yo porque en el Neues Museum te dejan sacar fotos de todo, "excepto" de Nefertiti. Si quieres foto, la compras en la tienda, y de paso, un puzzle, que también los venden.

Además del Neues Museum, el Museo de Pérgamo merece la pena visitar. Tiene una exposición de restos arqueológicos romanos, griegos y mesopotámmicos alucinante, incluyendo el enorme templo a Zeus y las gigantescas puertas de Ishtar, de Babilonia, impresionantes. Por desgracia, todas esas fotos las tiene mi familia así que hasta aquí hemos llegado con los museos, que no está mal. El próximo día, un poco del Berlín "de calle".

viernes, 24 de junio de 2011

5/5/2011: Dubái, a todo lujo

Dubái es la ciudad de los excesos y del lujo. Es el claro ejemplo de lo que es capaz de hacer el ser humano si le das los medios para ello. Estoy seguro de que si llegaran aquí unos alienígenas lo primero que dirían es: "¿pero esto qué es lo que es?". Una cosa es cierta: el ser humano y la naturaleza son las dos caras de una misma moneda. El edificio más alto del mundo, tierra ganada al mar en forma de palmera... ¿estamos locos o qué? De todos modos, por muy antinatural que sea todo esto, a uno se le queda la boca abierta con las maravillas que se te presentan ante los ojos y no puede uno menos que admirar estas joyas, que no por ser artificiales dejan de ser increíbles de lo bonitas que son. Hoy vamos a dar un paseo por los lujos de Dubái, una visita fugaz a las Mil y Una Noches de Oriente.



Nuestro paseo de hoy incluye Souk Madinat, desde donde podremos observar el hotel más lujoso del mundo, el Burj Al Arab y el increíble hotel Atlantis en la punta de "The Palm Jumeirah", una extensión de terreno ganada al mar en forma de palmera.

La primera parada es Souk Madinat (o Madinat Jumeirah, según a quién preguntes). Se trata de un complejo turístico de cinco estrellas que se extiende a lo largo de unas 40 hectáreas y que está construido como si fuera un antiguo pueblo árabe (de los ricos, me imagino). Dentro del recinto puedes encontrar varios hoteles, casas de verano de lujo, un zoco con multitud de tiendas y hasta cuarenta restaurantes de todo tipo, a cada cual más caro. Además tiene un río artificial desde el que se pueden hacer excursiones en barco.

Para llegar aquí lo mejor es cogerse directamente un taxi o si no, el metro y un taxi, que no sale demasiado caro. Nada más llegar a la puerta empieza el espectáculo: coches de lujo aparcados y suecas con unos vestidos impresionantes (y cortitos) saliendo de ellos. Se transforma uno en Paco Martínez Soria en menos que canta un gallo. Es curioso que, aunque las mujeres de Dubái visten a la manera árabe, es decir de negro y bien tapaditas, hay mucha tolerancia hacia los extranjeros y las mujeres pueden vestir más o menos como les dé la gana. Imagino que, en el fondo, el turismo y los negocios que aquí se hacen vienen nutridos, sobretodo, de clientes occidentales así que hay que tenerlos contentos (y yo, encantado, oiga).

Al traspasar las puertas del recinto te invade una sensación un tanto mágica. El sitio es precioso y tiene un encanto muy especial. La música de fondo, las luces, las maderas, el río... todo fomenta la idea de estar en un romántico cuento. Lo que está claro, y esto ya en un plano mas práctico, es que si vienes con una sueca a Dubái (o eres una chica y vienes con un sueco), traétela aquí y te aseguro que triunfas (y si no, le devolvemos el dinero).



Tras las puertas de entrada, apareces como por arte de magia en un encantador zoco árabe.



Tras el zoco, los edificios del complejo recuerdan a las ciudades árabes de las pelis. Los puntos de luz por todas partes le dan un toque especial.



Uno de los muchos restaurantes del recinto. Al fondo el lujoso hotel Al Qasr, que significa "el palacio". Imagináos cómo será.



Una de las barquitas que te llevan por el río que conecta con el mar.



Al fondo se podía ver el Burj Al Arab, el hotel de mas estrellas del mundo, siete ni mas ni menos, que yo creo que se lo inventan un poco pero bueno. Tiene 320 metros de altura y es el segundo más alto del mundo, solo superado por otro hotel que, cómo no, también está en Dubái. Desafortunadamente, no es posible acercarse más a no ser que seas cliente.



A medida que cae la noche, las luces se iluminan y el lugar adquiere un tono mágico.



Uno de los lujosos restaurantes de Madinat Jumeirah, el Times of Arabia, libanés. Aquí lo que no encuentras es un McDonalds.



Algunas de las salas interiores recuerda a pálacios árabes como el de la Alhambra.



De noche el Burj Al Arab es impresionante. Como dato interesante, las habitaciones tienen un precio de entre $1000 a $27000... ¡por noche! Y la suite mas grande tiene 780 metros cuadrados. Aquí es lo que los ingleses suelen decir "shit, little parrot" (cágate, lorito).

A no mucha distancia de Madinat Jumeirah encontramos The Palm Jumeirah (la palmera), una franja de terreno ganada al mar en forma de palmera, repleta de casas lujosas. Es uno de los símbolos de la ciudad. Y en la punta de la palmera se sitúa el hotel Atlantis, uno de los más bonitos que he visto en mi vida y que merece la pena visitar aunque no te alojes aquí. El hotel está ambientado en las Mil y Una Noches: pasillos escoltados por elefantes de piedra, conchas con perlas gigantes, cascadas de agua, colores por todas partes... No hace falta alojarse en el hotel para pasar adentro y hacer algunas fotos a pesar de que muchas de las zonas están restringidas sólo para clientes, aunque en un par de ocasiones me colé más allá de donde debía. El truco es poner cara de chino que no se entera y tirar palante. Para cuando te echan ya has hecho las fotos que necesitabas.

Aquí me paso una curiosa, al salir del hotel. Salía yo ya todo satisfecho de haber realizado mi labor documental cuando un botones vestido con un traje blanco superchulo (curiosamente era occidental) me dice "buenas noches, señor". "Buenas noches, joven", respondo yo. "¿Quiere que le llame un taxi?", me pregunta. "Ah, pues sí, gracias". "¿Desea usted una limusina como ésta (y me señala un coche blanco de 11 metros de longitud, alucinante) o un taxi normal?". Tras meditar las dos opciones durante unos segundos (con la limusina me llevo a todas las suecas de cabeza, seguro) respondo "pues mire, esta vez voy a coger el taxi normal, un poco por probarlo". Así que me acompaña al taxi, me abre la puerta y yo, sin dar propina, que seguro me dejo el presupuesto del viaje, me meto y le digo al taxista "sáqueme de aquí". Se siente uno a veces un poco pequeño en estos sitios.



Vista aérea the The Palm Jumeirah. En la punta se encuentra el hotel Atlantis. La foto, obviamente, no es mía, más que nada porque me dejé el helicóptero en casa.



El hotel Atlantis, lujo oriental.



La entrada del hotel con dos puertas macizas enormes, decoradas con motivos marinos. Aquí es donde me encontré al botones de la historia.



En recepción había una especie de escultura de colores que parecía una fuente petrificada. Preciosa.



No hay mas que echar un vistazo al detalle con el que las columnas de la recepción están labradas para darse cuenta de que aquí hay pasta.



Cada columna de esta parte del edificio tiene una fuente en su base con una perla, haciendo honor al nombre del lugar y a la forma de ganarse la vida por estas latitudes hace no tanto tiempo.



Elefantes de piedra protegiendo los pasillos del palacio, digo... del hotel.



Unas enormes cortinas rojas en uno de los lujosos restaurantes del hotel.



Y ya para quedarse alucinado, un acuario bestial de grande en medio del hotel. Los clientes del hotel pueden zambullirse, si lo desean, en medio de los tiburones.



Voy a poner este vídeo, que es bastante apropiado para esta parte de la visita.



Algunas de las vistas acuáticas del hotel. El capitán Cousteau sería feliz aquí (pincha para ampliar).



Otro de los pasillos, con un estilo diferente de decoración. Aparte de restaurantes hay también tiendas (de lujo, claro).



Uno de los lujosísimos restaurantes del hotel, sólo para clientes, aunque yo, en la fiesta me colé. Yo creo que al menos una vez en la vida hay que ir a un sitio de estos.



Esta foto no la he sacado yo, claro. Es la suite mas lujosa del hotel, que da al acuario que hemos visto antes. Cuesta la friolera de unos 15000 € por noche. Yo sé que hay gente que le da morbillo que les miren cuando se ponen retozones, pero aquí, que te este mirando un tiburon mientras te pones tierno con la moza... no sé, no sé, yo creo que te quita las ganas.

Y esto es todo por hoy, hoy creo que soñaré con Aladdin y su lámpara, alimentada, cómo no, con petróleo.