Y un buen punto de partida es el mercado de Tiergarten, en pleno centro de Berlín. Este mercado abre los fines de semana y está situado en un lugar excepcional: una de las más largas avenidas de Berlín, rodeado de un parque enorme lleno de ardillas (dicen que a veces se ven ciervos pero yo no me lo creo mucho) y presidido por la majestuosa Torre de la Victoria, en homenaje a la victoria prusiana sobre los daneses en el siglo XIX (de las tortas que se llevaron en la guerra mundial también hay homenajes pero no en forma de monumentos, ya os contaré). En este mercado se vende de todo: ropa, libros, antigüedades, niños (no, eso no). Incluso puedes alquilar un puestecito y vender tus propias cosas, que así es como mi hermano se deshizo, muy a su pesar, de su famoso disfraz de rana.
La Torre de la Victoria, en el Tiergarten. ¿Sabéis qué se ve desde lo alto de la torre? Efectivamente, "Berlintontero".
Esto me vendría de perlas para mi disfraz de Inspector Clouseau... mon dieu!
Esta señora no estaba en venta (pregunté), de hecho es la dueña de la tienda.
"¿Entonces cuál quiere?"
"¡Eeeeeese!" (en alemán "Dieeeeeesen!")
¡Aquí se pueden comprar las más increíbles joyas de la antigüedad!
Para descansar de la caminata por el mercado nada mejor que volver a uno de los parques entrecruzados de canales de la Isla de los Museos. Aquí es pecado no pedir una cerveza así como decía el sabio aquel: "allá donde fueres haz lo que vieres" (que supongo que en español correcto sería "allá donde vayas haz lo que veas", pero entonces no rima, claro).
Uno de los muchos canales que salen del río principal. La mayoría navegables y visitables en barquito. Como el terreno no es llano, los canales tienen compuertas que llenan o vacían de agua para pasar un barco de un lado a otro. Los puentes son un buen sitio para ver a las suecas en el barco desde arriba.
Este parque tiene un montón de farolas, cada una distinta a la anterior, cosa curiosa.
Prost!!
"Dime algo bonito".
"Con los dedos de las manos, con los dedos de los pies...".
Y a continuación, otro mercado, en esta ocasión el de Flohmarkt am Mauerpark. Es un mercado larguísimo al lado de un parque en el que hacen karaoke al aire libre en una especie de anfiteatro. Es divertido ver a la gente imitando a sus héroes musicales ante una abundante audiencia, unos con más éxito que otros. El mercado tiene muchas cosas pero casi lo más interesante es ver a la gente, lo distintos que son y lo poco que les importa las pintas... muy recomendable, la verdad.
Un enorme grafitti adorna las paredes de un edificio en la entrada del mercado.
Y a la entrada del mercado... ¡ole! un bailaor flamenco... seguimos en Berlín, lo prometo.
"¡Se me los llevan de las manos, señora!"
Gentes de Berlín.
Al lado del mercado había un parque donde los berlineses pasan sus fines de semana tan ricamente.
Y en el centro del parque, el anfiteatro del karaoke. Yo no participé porque no tenían la de "Amante Bandido", si no sí que salgo.
Para comer decidimos coger la barbacoa e irnos al aeropuerto. ¿Cómo dice, joven? Pues sí, el antiguo aeropuerto de Tempelhof fue reconvertido en un enorme parque público para disfrute de los berlineses. Aún se ven las pistas de despegue y todo. Este aeropuerto se utilizó durante la época del muro de Berlín ya que era la única vía de entrada de suministros del Berlín occidental, todo lo demás estaba bloqueado. Qué absurdas las guerras.
El antiguo aeropuerto de Tempelhof, al final se ve la torre de control.
Bicicleta en posición de despegue.
Como no, salchichas por doquier. Una estupenda barbacoa en el aeropuerto.
Y aquí la nota rara de la semana. Al lado nuestro había un grupo de gentes (¿hippies?) que, dirigidos por una especie de líder bajita que pegaba muchas voces, les hacía mover el cuerpo de diferentes formas al ritmo de la música. No llegaba a ser danza porque todo eran saltos y movimientos raros... expresión corporal sería más adecuado. Raro, raro.
Y esto es todo por hoy, el próximo día veremos más curiosidades de Berlín, incluyendo el famoso muro, y una visita al museo del automóvil de Wolfsburg.