Hablando de turisteo, me acabo de dar cuenta de que en Vancouver no puse las fotos de la playa de Wreck Beach, que son superchulas, así que hago un inciso para ponerlas aquí. La playa de Wreck Beach está justo detrás de la Universidad de British Columbia (qué bien se lo montan los Vancouverianos, entre mates y lengua, chapuzón). Atraído por la idea de que hubiera una playa en Canadá "bañable" (con el frío que hace) me dirigí allí presto y raudio a hacer unas fotillos. Mi sorpresa aumentó cuando descubrí que ¡la playa era nudista! Curioso, con lo puritanos que son aquí, especialmente en el oeste, que no te venden ni el "Interviú" en el kiosko (ni nada que se le parezca).
Acceso a la playa de Wreck Beach. El segundo cartel dice "La ropa es opcional en la siguiente playa". Zas.
El acceso a la playa se realiza a través de un angosto y precioso caminito. Hay que andar un rato.
La preciosa (y solitaria) playa de Wreck Beach.
Como todo en Canadá: relajante y silencioso.
Aquí pilotando el metro que me llevaba al aeropuerto de Vancouver. Luego dicen que hay accidentes si hay gente, como yo, que se pone a los mandos como si nada.
Ya estamos de vuelta en Toronto. Aquí el ambiente navideño se empieza a notar. Luces en las calles, árboles de Navidad, iluminación en las casas de los vecinos... Pregunté si había rivalidad entre vecinos a ver cuál ponía las luces más bonitas y me dijeron que no, que eso es cosa de los estadounidenses.
Navidad, Navidad... pero aquí no hay turrón, ¿qué es esto?
Como última visita a Toronto, decidí pasar de museos (que en España hay más) y me fui a la Isla de Ward, enfrente de la ciudad. Sólo se puede acceder con un ferry que lleva personas y coches, muy pintoresco. Se supone que en esta isla hay un parque de atracciones... que, obviamente, abre a partir de abril. No me imagino a nadie diciendo "me lo pasé genial" tirándose de una montaña rusa a 10 grados bajo cero, con los moquillos hechos témpano... Quizá dirían mejor "no siento los dedos de los pies, hagan algo". Creo que esta vez les debo dar la razón.
Llegando al ferry se ven unas vistas muy bonitas del lago Ontario.
Acercándome a la isla de Ward.
Vistas de Toronto desde el barco. "Torontontero" como desde la torre.
No sólo saco paisajes, aquí estos hombres estaban arreglando las farolas. Creo que luego por la noche tenían otro trabajo, con el mismo uniforme, pero allí se lo tenían que quitar poco a poco al son de la musica, o no sé qué, no me enteré muy bien.
Perro silueteado. Le dije "Chucho, chucho" pero no me hacía caso... debe ser que sólo habla inglés. ¿Cómo se dice "chucho" en inglés?
El chato en uno de los puentes que cruzan la isla.
Paseos que bordean la isla... soledad y silencio.
Mamá pato, papá pato y patitos.
A este pato lo saludé y como respuesta, metió la cabeza bajo el agua y me enseñó el culo. No me lo quise tomar a mal, por si acaso no conozco bien las costumbres canadienses, pero faltó esto, ¡esto!.
La isla tiene playas en las que es posible bañarse... en verano, claro.
De nuevo, la tranquilidad absoluta y a unos cientos de metros de la ciudad... quizá de lo mejor de Canadá: la tranquilidad.
"Rueda contemplando la ciudad", por Jesús Diez, precio de salida: 12.000 $.
Al día siguiente, mis amigos Arturo y Karla me llevaron a "La posada". Es un evento que se hace en México en Navidad y representa las nueve posadas por las que María y José tuvieron que pasar sin que les dieran refugio hasta encontrar el pesebre final. En torno a esto se hace una fiesta en la que hacen juegos para los niños, rompen la piñata, cada familia trae comida, normalmente mexicana, cantan... todo en familia. La verdad es que fue algo muy entrañable.
¡Piñata! ¡Piñata!
Juegos para los niños.
Tortillas de maíz, arroz, pollito... ¡ñam, ñam! Repetí varias veces, jeje.
Mi amigo Arturo y yo... o Epi y Blas (en México se llaman Enrique y Beto).
Y eso es todo por hoy. Mañana tomo el avión a Madrid y... ¡fin de viaje! (de momento).